Los aceites utilizados en la lubricación de los diferentes mecanismos pueden clasificarse por su origen.
Aceites Minerales: Los aceites minerales tienen su procedencia en el petróleo, y son elaborados a partir del mismo después de múltiples procesos de refinado. De los diferentes tipos de crudo extraído de los yacimientos en explotación en el mundo el más adecuado para obtener aceites es el crudo de basa parafínica.
Pueden utilizarse sin aditivos o con aditivos. Estos últimos constituyen la mayoría del los lubricantes disponibles comercialmente hoy en el mercado y son aplicables a distintos mecanismos, con la excepción donde exista alta o baja temperatura de trabajo o donde un ambiente hostil esté afectando el lubricante.
Aceites Sintéticos: Los Aceites Sintéticos no tienen su origen directo en el petróleo, sino que son creados de subproductos petrolíferos combinados en procesos de laboratorio. Son elaborados a partir de una reacción química entre varios materiales de bajo peso molecular para obtener otro de alto peso molecular con ciertas propiedades específicas, como las de poseer características lubricantes superiores a las de los aceites derivados del petróleo.
El desarrollo de este tipo de lubricantes se ha dado como consecuencia del diseño y fabricación de máquinas cada día más sofisticadas, cuyos mecanismos trabajan bajo condiciones críticas de operación, ya sea porque operan a bajas o altas temperaturas, o expuestos a contaminación del lubricante con ácidos, agua, etc. resultando ineficaces los lubricantes de base mineral.
Por otro lado, las crisis energéticas y la escasez de petróleo cada vez más recurrentes en el mundo actual, han conllevado a la necesidad de formular y fabricar lubricantes de larga duración.
Su utilización es muy adecuada, cuando se quieran ampliar las frecuencias entre cambios de aceite, reducir el consumo de energía por fricción en los mecanismos lubricados, disminuir el consumo de repuestos al reducir considerablemente el desgaste adhesivo, aumentar la capacidad productiva de la maquinaria y proteger el medio ambiente al utilizar lubricantes más biodegradables y menos tóxicos y un menor volumen de aceite desechado al ambiente dentro de un periodo de tiempo determinado.
El mayor costo se debe a la serie de procesos químicos adicionales a los cuales es necesario someter la base primaria para obtener la base lubricante del aceite sintético deseado.
¿Tenemos que cambiar un aceite mineral a un sintético?
Primero, pensemos y analicemos. Problemas de lubricación debido a prácticas de mantenimiento deficientes o falta de control de contaminación no pueden ser resueltos a través del uso de sintéticos. Pensar que seleccionando un lubricante diferente va a corregir la desatención a las condiciones del lubricante o un respirador o filtro inadecuado, en forma mágica, es fundamentalmente erróneo.
Muchas veces pensamos en cambiar un aceite mineral por uno sintético para extender los intervalos de cambio de aceite. En un sistema limpio, seco y frío, un aceite sintético puede permitir que se extiendan los periodos entre cambios de aceite (es posible duplicar o triplicar este intervalo) siempre que el cambio de aceite mineral haya sido debido a oxidación. Si el intervalo fue establecido debido a la contaminación que ingresa al aceite del exterior, entonces el uso de un aceite sintético no hará que el periodo de drenado sea extendido.
Ahora bien, en aquellas máquinas donde todos los puntos mencionados anteriormente han sido resueltos ¿son realmente mejores los sintéticos?
Creo que la pregunta correcta no sería si un sintético es mejor que el aceite mineral equivalente, sino, basados en el criterio de evaluación, ¿qué lubricante provee la mejor combinación de propiedades de desempeño? Hay numerosas aplicaciones donde los aceites sintéticos pueden y deberían usarse. Pero en cada caso, esto es porque los lubricantes disponibles con aceite base mineral, no tienen la capacidad para cumplir en los requerimientos físicos, químicos o tribológicos para la máquina en cuestión.
Los lubricantes sintéticos proveen mejor resistencia a la oxidación, lo cual puede traducirse en vida más larga; puntos de flama o llama más altos, importantes en aplicaciones de altas temperaturas o de resistencia al fuego; mejor fluidez en temperaturas frías, importante donde se requieren arranques a bajas temperaturas; y en algunos casos, menor fricción interna, lo cual puede resultar en menor consumo de energía y una mejor solvencia natural, ayudando a prevenir la formación de depósitos.
Pero por otro lado, los sintéticos también tienen algunas desventajas, siendo la más obvia de éstas los costos, aunque no serian las únicas.
Antes de utilizar lubricantes sintéticos, es necesario analizar minuciosamente la conveniencia de su empleo, ya que su costo supera con creces el de los aceites minerales, aunque, si se seleccionan y se utilizan correctamente, su costo real representa solo una mínima diferencia respecto al valor inicial de adquisición. El mayor costo se debe a la serie de procesos químicos adicionales a los cuales es necesario someter la base primaria para obtener la base lubricante del lubricante sintético deseado.
Otro tema a considerar es que algunos lubricantes sintéticos, como ciertos tipos de ésteres fosfatados son peligrosos, por lo cual requieren cuidado y atención especiales cuando se manejan y disponen. Otros tienen una capacidad limitada para disolver aditivos, haciendo difícil la formulación y la suspensión de aditivos bajo condiciones por debajo de las ideales, mientras que otros son incompatibles con productos derivados de petróleo, requiriendo cuidado y atención cuando se almacenan, manejan y dispensan. El incremento en la solvencia no siempre es algo bueno, particularmente cuando se ha utilizado aceite mineral por algún tiempo y la remoción de depósitos puede dar por resultado fugas por los sellos.
Hoy en día es muy común el uso de aceites sintéticos, y se aplican no solo para resolver problemas de lubricación, sino también para llevar a cabo programas de ahorro de energía y para reducir el impacto de los aceites derivados del petróleo sobre el ambiente.
Norberto Sánchez
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