La
energía eólica es la energía obtenida a partir del viento, es decir, la
energía cinética generada por efecto de
las corrientes de aire, y que es convertida en otras formas útiles de energía,
como por ejemplo, producir electricidad mediante aerogeneradores conectados a las grandes redes de distribución de
energía eléctrica.
La energía eólica, generada por efecto de las
corrientes de aire, se trata de un tipo de energía renovable y limpia carente de
emisiones atmosféricas y residuos contaminantes. Es un recurso abundante, renovable
y limpio que ayuda a disminuir las emisiones de gases de efecto invernadero al
reemplazar fuentes de energía a base de combustibles fósiles. El impacto
ambiental de este tipo de energía es además, generalmente, menos problemático
que el de otras fuentes de energía.
Un
aerogenerador es una máquina que
transforma la energía del viento en energía eléctrica aprovechable mediante
unas aspas oblicuas unidas a un eje común. En los mismos, el viento mueve una
hélice y mediante un sistema mecánico se hace girar el rotor de un generador (normalmente
un alternador), que produce energía eléctrica. Para que su instalación resulte
rentable, suelen agruparse en concentraciones denominadas parques eólicos.
La posibilidad de construir parques eólicos en alta mar, donde la fuerza del viento es superior
y más constante aunque supone mayores costes debido a sus características en
instalación y mantenimiento, han ido ganando terreno en la última década
gracias a su alta tasa de productividad que posibilita la viabilidad económica
de este tipo de proyectos.
La diferente
distribución de los costos se puede apreciar en la figura siguiente:
Sobre el papel, los parques
eólicos marinos tienen muchos puntos
positivos. Los recursos eólicos en el mar son mejores y más constantes, los molinos no tienen límites físicos, ni de altura ni de peso.
Sólo con que la velocidad del viento sea un 25% mayor en el mar que en tierra,
ya produce el doble de energía.
Las dificultades provienen por tanto de la
instalación y mantenimiento de las máquinas y no tanto de los aerogeneradores
en sí. En los parques eólicos marinos, se colocan máquinas más grandes y
potentes para aprovechar al máximo el recurso eólico pero como el ambiente marino
es muy agresivo los molinos necesitan tratamientos
específicos anticorrosión, ventilación y sistemas de aislamientos especiales
para resistir el ambiente salado.
El principal problema aparece cuando hay que fijar
la enorme estructura al suelo marino, bajo las olas. La cimentación bajo el
nivel del mar es complicada y la dificultad va creciendo exponencialmente con
la profundidad.
El tipo de cimentación se
elige por la profundidad, por el tipo de terreno y por el tipo de máquina. Se
utilizan tres tipos de cimentación.
La más
sencilla es la que se instala a unos 10
metros de profundidad, el monopilote, un
cilindro que se clava en el fondo del mar y sustenta la torre. La parte
enterrada suma unos 20 ó 30 metros a la torre.
Entre 10 y 30 metros de profundidad, el sistema de cimentación elegido suele ser el de gravedad, que supone que
la torre se sustenta sobre una plataforma anclada al suelo.
A partir de los 30 metros, todo se
complica mucho más y los instaladores suelen utilizar una base que llaman de trípode o de
celosía, porque implica añadir tres o cuatro patas a la torre para
que esté más segura. La profundidad mayor a la que hay montado un parque ahora
mismo es a 45 metros.
El problema no termina una vez
completado el montaje. Hay que conectarlo a tierra a través de una conexión de
cable submarina. La potencia eléctrica se unifica con una subestación eléctrica
que se coloca en la instalación.
El próximo POST lo dedicaré a los barcos
utilizados para la instalación de las turbinas.
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